jueves, 11

Treceño. Palacio de Hualle, 20:30h

XII Noches Líricas del Palacio de Hualle

XII Noches Líricas del Palacio de Hualle

 

The Bear Opera de William Walton

Paloma Chiner, Popova

Pablo Rossi Rodino, Smirnov

Isisdro Anaya, Luka

Aarón Martín y Máximo Esteban, dos criados

Rita Cosentino, dirección escénica y diseño de escenografía

Ruben Sánchez Vieco, piano y dirección musical

Tatiana Studyonova, pianista y asistente de dirección musical

Aarón Martin, asistente de dirección de escena y coreografía

Sabina Atlanta, diseño de vestuario

Organizado por
ASOCIACIÓN LÍRICA PALACIO DE HUALLE y PRODUCCIONES MAGA
Reservas: palaciodehualle@gmail.com
Tel: 676 612939 / www.palaciohualle.org

 

Esta ópera, basada en la obra de teatro “El oso” de A. Chejov, respeta la historia original del autor ruso, salvo en pequeños detalles que, más que variar la esencia de la obra, son necesarios para lograr su traducción en música. “The Bear” tuvo mayor éxito que su “Troilus and Cresida”, escrita mucho tiempo antes. El compositor inglés, meticuloso en lograr la expresión de sus personajes, recurre a un lenguaje cuya sonoridad corresponde más a un estilo anterior que al propio de la época de su estreno. Asimismo, se puede intuir ciertas reminiscencias que recuerdan al universo musical de su colega Benjamin Britten.

 

Walton bautiza a su ópera como una “Extravagancia en un acto”, determinando la libertad de estilo de la pieza tanto en su estructura como en el contenido (bordeando la parodia y el vodevil). El término extravagancia fue ampliamente utilizado también para denominar un tipo de drama británico del siglo XIX popularizado por James Planché que lo definió como “el caprichoso tratamiento de un sujeto poético”. Caprichoso es también el comportamiento de los protagonistas de esta pieza que dan lugar, en tan breve tiempo de desarrollo, a situaciones completamente disparatadas e hilarantes.

 

La historia nos presenta a una viuda, Elena Popova, que aú n se lamenta de la muerte de su marido sucedida unos meses antes. Un marido, por cierto, ni tan fiel ni tan maravilloso para merecer las lágrimas de su mujer. Sin embargo, ella está dispuesta a hacer por él lo que él no hizo nunca por ella, es decir, serle fiel hasta su propia muerte. ¿Despecho? ¿Apariencias? ¿Capricho? Mientras tanto, su mayordomo Luka insiste a su Señora de dar fin a su duelo y pasar a otra cosa. La llegada inesperada de uno de los acreedores de su marido trastocará por completo la quejosa vida de esta mujer y la tranquila, por no decir aburrida, cotidianidad de la casa.

 

El enfrentamiento por el reclamo de una deuda va aumentando hasta tal punto que un impotente odio se instala desafiando cualquier intención pacífica de solucionar el conflicto. Finalmente, la Sra. Popova fuera de sus casillas no se le ocurre mejor idea para resolver la contienda que retar a duelo al indómito Sr. Smirnov que a estas alturas se ha transformado en un depredador cual oso furibundo.

 

Así es como el “duelo” propuesto viene a reemplazar al otro duelo (el de la viuda), aflorando una confusión de sentimientos que abre el camino hacia la liberación. En este sentido ambos, viuda y acreedor, actúan como espejo del otro pudiendo ver la miserable vida que cada uno Ileva, Ilena de ataduras, apariencias y prejuicios. La deuda se convierte en el campo de batalla que trasciende su reclamo.

 

Es decir, para estos dos personajes la deuda se transforma en una deuda con ellos mismos: “deuda a sentir”, “deuda a volver a enamorarse”, “deuda a ser felices”, etc. Ya no se pelea por el dinero adeudado, se pelea por resistir a aquellos sentimientos que están aflorando y que ellos mismos temen. Por tanto, los “duelos”, el de la viuda, y el propuesto para resolver la situación de la pelea, se neutralizan, dando paso a un “despertar” tanto de los sentimientos como de los cuerpos alienados. Pero no solo los protagonistas participarán de este descubrimiento, sino que el resto de los personajes también harán el mismo camino.

 

La puesta en escena sitúa a la historia entre los años 30-40 del siglo XX, en un salón de una rica casa inglesa venida a menos con apariencia de museo.

Popova es una mujer estricta consigo misma y con los demás, exagerada en sus sentimientos y sus gestos, quejosa y bella.

Luka, su afectado amo de Ilaves, se podría decir que es quien más la conoce y trata de convencerla para cambiar su vida, por supuesto, sin éxito. Luka esconde un secreto que se revelará al final.

Smirnov es un hornbre de negocios endeudad ísimo (como ella, debido a los malos negocios de su marido) que hace semanas viene reclamando su dinero a los distintos deudores sin que nadie le pague. Tras un día en el que todo le ha salido mal, una tormenta enloquecida lo ha dejado hecho un trapo, y así, empapado y deshecho Ilega a la casa de la viuda.

Además de los tres protagonistas, un cocinero y un jardinero participan de las escenas transitando el mismo camino de revelación descubriendo, como el resto, sus propias naturalezas.

jueves, 11

Treceño. Palacio de Hualle, 20:30h

XII Noches Líricas del Palacio de Hualle

XII Noches Líricas del Palacio de Hualle

 

The Bear Opera de William Walton

Paloma Chiner, Popova

Pablo Rossi Rodino, Smirnov

Isisdro Anaya, Luka

Aarón Martín y Máximo Esteban, dos criados

Rita Cosentino, dirección escénica y diseño de escenografía

Ruben Sánchez Vieco, piano y dirección musical

Tatiana Studyonova, pianista y asistente de dirección musical

Aarón Martin, asistente de dirección de escena y coreografía

Sabina Atlanta, diseño de vestuario

Organizado por
ASOCIACIÓN LÍRICA PALACIO DE HUALLE y PRODUCCIONES MAGA
Reservas: palaciodehualle@gmail.com
Tel: 676 612939 / www.palaciohualle.org

 

Esta ópera, basada en la obra de teatro “El oso” de A. Chejov, respeta la historia original del autor ruso, salvo en pequeños detalles que, más que variar la esencia de la obra, son necesarios para lograr su traducción en música. “The Bear” tuvo mayor éxito que su “Troilus and Cresida”, escrita mucho tiempo antes. El compositor inglés, meticuloso en lograr la expresión de sus personajes, recurre a un lenguaje cuya sonoridad corresponde más a un estilo anterior que al propio de la época de su estreno. Asimismo, se puede intuir ciertas reminiscencias que recuerdan al universo musical de su colega Benjamin Britten.

 

Walton bautiza a su ópera como una “Extravagancia en un acto”, determinando la libertad de estilo de la pieza tanto en su estructura como en el contenido (bordeando la parodia y el vodevil). El término extravagancia fue ampliamente utilizado también para denominar un tipo de drama británico del siglo XIX popularizado por James Planché que lo definió como “el caprichoso tratamiento de un sujeto poético”. Caprichoso es también el comportamiento de los protagonistas de esta pieza que dan lugar, en tan breve tiempo de desarrollo, a situaciones completamente disparatadas e hilarantes.

 

La historia nos presenta a una viuda, Elena Popova, que aú n se lamenta de la muerte de su marido sucedida unos meses antes. Un marido, por cierto, ni tan fiel ni tan maravilloso para merecer las lágrimas de su mujer. Sin embargo, ella está dispuesta a hacer por él lo que él no hizo nunca por ella, es decir, serle fiel hasta su propia muerte. ¿Despecho? ¿Apariencias? ¿Capricho? Mientras tanto, su mayordomo Luka insiste a su Señora de dar fin a su duelo y pasar a otra cosa. La llegada inesperada de uno de los acreedores de su marido trastocará por completo la quejosa vida de esta mujer y la tranquila, por no decir aburrida, cotidianidad de la casa.

 

El enfrentamiento por el reclamo de una deuda va aumentando hasta tal punto que un impotente odio se instala desafiando cualquier intención pacífica de solucionar el conflicto. Finalmente, la Sra. Popova fuera de sus casillas no se le ocurre mejor idea para resolver la contienda que retar a duelo al indómito Sr. Smirnov que a estas alturas se ha transformado en un depredador cual oso furibundo.

 

Así es como el “duelo” propuesto viene a reemplazar al otro duelo (el de la viuda), aflorando una confusión de sentimientos que abre el camino hacia la liberación. En este sentido ambos, viuda y acreedor, actúan como espejo del otro pudiendo ver la miserable vida que cada uno Ileva, Ilena de ataduras, apariencias y prejuicios. La deuda se convierte en el campo de batalla que trasciende su reclamo.

 

Es decir, para estos dos personajes la deuda se transforma en una deuda con ellos mismos: “deuda a sentir”, “deuda a volver a enamorarse”, “deuda a ser felices”, etc. Ya no se pelea por el dinero adeudado, se pelea por resistir a aquellos sentimientos que están aflorando y que ellos mismos temen. Por tanto, los “duelos”, el de la viuda, y el propuesto para resolver la situación de la pelea, se neutralizan, dando paso a un “despertar” tanto de los sentimientos como de los cuerpos alienados. Pero no solo los protagonistas participarán de este descubrimiento, sino que el resto de los personajes también harán el mismo camino.

 

La puesta en escena sitúa a la historia entre los años 30-40 del siglo XX, en un salón de una rica casa inglesa venida a menos con apariencia de museo.

Popova es una mujer estricta consigo misma y con los demás, exagerada en sus sentimientos y sus gestos, quejosa y bella.

Luka, su afectado amo de Ilaves, se podría decir que es quien más la conoce y trata de convencerla para cambiar su vida, por supuesto, sin éxito. Luka esconde un secreto que se revelará al final.

Smirnov es un hornbre de negocios endeudad ísimo (como ella, debido a los malos negocios de su marido) que hace semanas viene reclamando su dinero a los distintos deudores sin que nadie le pague. Tras un día en el que todo le ha salido mal, una tormenta enloquecida lo ha dejado hecho un trapo, y así, empapado y deshecho Ilega a la casa de la viuda.

Además de los tres protagonistas, un cocinero y un jardinero participan de las escenas transitando el mismo camino de revelación descubriendo, como el resto, sus propias naturalezas.