martes, 9

Escalante. Iglesia de la Santa Cruz, 21:00h

Nuria Rial. Accademia del Piacere

Nuria Rial, soprano

Fahmi Alqhai, dirección musical

ACCADEMIA DEL PIACERE

Johanna Rose, viola da gamba

Rami Alqhai, violón

Carles Blanch, guitarra barroca

Javier Núñez, clave

Fahmi Alqhai, viola da gamba soprano

 

Música barroca de la España en torno a 1700

 

Francisco Guerau

  • Pavana

 

Atribuida a Sebastián Durón y a José de Torres

Recitado – Aria de "El imposible mayor en amor le vence Amor"

  • Yo hermosísima Ninfa

 

Sebastián Durón

Arietta y taliana - Rezitado [Brioso] - [Vibo] de "Las nuevas armas de Amor"

  • Quantos teméis al rigor

 

Improvisación

  • Xácaras & Folías

 

Sebastián Durón

Solo humano, de "Salir el Amor del Mundo"

  • Sosieguen, descansen

 

Giovanni Bononcini

[ms 2245 de la Biblioteca Nacional de España]

  • Pastorella che tra le selve

 

 

Fahmi Alqhai

  • Marionas & Canarios

 

José de Nebra

Aria, de "Amor aumenta el valor"

  • Adiós, prenda de mi amor

 

José de Nebra

Fandango, de “Vendado es amor, no es ciego”

  • Tempestad grande, amigo

Concepción, arreglos y adaptación del programa: Fahmi Alqhai

Asesoría musicológica: Álvaro Torrente y José María Domínguez

 

Las etiquetas que utilizamos para clasificar los estilos artísticos suelen esconder tras ellas mundos tan ricos y diversos que a veces significan muy poco. Un buen ejemplo de ello es el uso de la palabra “barroca” para la música compuesta en los siglos XVII y XVIII, y el caso español es particularmente revelador.

 

Fue, paradójicamente, la subida al trono de la familia francesa de los borbones lo que trajo a Madrid, en 1701, el maremoto que anegaba la Europa musical del momento: el estilo italiano. Hasta entonces la música española se regía por tradiciones y reglas propias, con armonías características, una escritura instrumental a veces poco idiomática, una escritura vocal muy silábica, e incluso con una notación especial para sus singulares ritmos entre el binario y el ternario —unos ritmos muy flamencos, diríamos hoy—. Esas características son aún reconocibles en Sosieguen, descansen de Durón y en las danzas coetáneas que nos servirán como interludios instrumentales.

 

La cantata italiana de la Biblioteca Nacional de España Pastorella che tra le selve nos servirá sin embargo como ejemplo de la introducción de lo que ya entonces llamó North “el fuego y la furia del estilo italiano”. La llegada de los borbones significó también el ascenso de Durón a maestro de capilla (pese a que, curiosamente, Durón acabó sus días en el exilio descubierto como entusiasta austracista), y títulos como arietta ytaliana revelan sus intentos inequívocos por adaptarse a los nuevos tiempos, que le costarían décadas después ser acusado de italianizante por el el padre Feijoo en Música de los templos (Teatro crítico universal, 1726):

 

Esta es la música de estos tiempos, con que nos han regalado los italianos, por mano de su aficionado el maestro Durón, que fue el que introdujo en la música de España las modas extranjeras. Es verdad que después acá se han apurado tanto estas, que si Durón resucitara, ya no las conociera; pero siempre se le podrá echar a él la culpa de todas estas novedades, por haber sido el primero que les abrió la puerta.

 

Es probable que Feijoo se llevase las manos a la cabeza al escuchar en los años inmediatos a ese texto las óperas y zarzuelas de José de Nebra, que asumió ya plena y magistralmente el fogoso estilo italiano, con sus recitativos secos llenos de modulaciones atrevidas, sus arias da capo, una escritura instrumental específica, coloraturas exigentes en la escritura vocal… Al combinarlos hábilmente con formas y ritmos entonces populares como el fandango o la seguidilla Nebra condujo una exitosa carrera en el efervescente mundo de la música escénica madrileña de la primera mitad del XVIII, sin renunciar para ello a las cualidades que lo convierten, en opinión de muchos, en el mejor compositor español de su siglo.

Juan Ramón Lara

martes, 9

Escalante. Iglesia de la Santa Cruz, 21:00h

Nuria Rial. Accademia del Piacere

Nuria Rial, soprano

Fahmi Alqhai, dirección musical

ACCADEMIA DEL PIACERE

Johanna Rose, viola da gamba

Rami Alqhai, violón

Carles Blanch, guitarra barroca

Javier Núñez, clave

Fahmi Alqhai, viola da gamba soprano

 

Música barroca de la España en torno a 1700

 

Francisco Guerau

  • Pavana

 

Atribuida a Sebastián Durón y a José de Torres

Recitado – Aria de "El imposible mayor en amor le vence Amor"

  • Yo hermosísima Ninfa

 

Sebastián Durón

Arietta y taliana - Rezitado [Brioso] - [Vibo] de "Las nuevas armas de Amor"

  • Quantos teméis al rigor

 

Improvisación

  • Xácaras & Folías

 

Sebastián Durón

Solo humano, de "Salir el Amor del Mundo"

  • Sosieguen, descansen

 

Giovanni Bononcini

[ms 2245 de la Biblioteca Nacional de España]

  • Pastorella che tra le selve

 

 

Fahmi Alqhai

  • Marionas & Canarios

 

José de Nebra

Aria, de "Amor aumenta el valor"

  • Adiós, prenda de mi amor

 

José de Nebra

Fandango, de “Vendado es amor, no es ciego”

  • Tempestad grande, amigo

Concepción, arreglos y adaptación del programa: Fahmi Alqhai

Asesoría musicológica: Álvaro Torrente y José María Domínguez

 

Las etiquetas que utilizamos para clasificar los estilos artísticos suelen esconder tras ellas mundos tan ricos y diversos que a veces significan muy poco. Un buen ejemplo de ello es el uso de la palabra “barroca” para la música compuesta en los siglos XVII y XVIII, y el caso español es particularmente revelador.

 

Fue, paradójicamente, la subida al trono de la familia francesa de los borbones lo que trajo a Madrid, en 1701, el maremoto que anegaba la Europa musical del momento: el estilo italiano. Hasta entonces la música española se regía por tradiciones y reglas propias, con armonías características, una escritura instrumental a veces poco idiomática, una escritura vocal muy silábica, e incluso con una notación especial para sus singulares ritmos entre el binario y el ternario —unos ritmos muy flamencos, diríamos hoy—. Esas características son aún reconocibles en Sosieguen, descansen de Durón y en las danzas coetáneas que nos servirán como interludios instrumentales.

 

La cantata italiana de la Biblioteca Nacional de España Pastorella che tra le selve nos servirá sin embargo como ejemplo de la introducción de lo que ya entonces llamó North “el fuego y la furia del estilo italiano”. La llegada de los borbones significó también el ascenso de Durón a maestro de capilla (pese a que, curiosamente, Durón acabó sus días en el exilio descubierto como entusiasta austracista), y títulos como arietta ytaliana revelan sus intentos inequívocos por adaptarse a los nuevos tiempos, que le costarían décadas después ser acusado de italianizante por el el padre Feijoo en Música de los templos (Teatro crítico universal, 1726):

 

Esta es la música de estos tiempos, con que nos han regalado los italianos, por mano de su aficionado el maestro Durón, que fue el que introdujo en la música de España las modas extranjeras. Es verdad que después acá se han apurado tanto estas, que si Durón resucitara, ya no las conociera; pero siempre se le podrá echar a él la culpa de todas estas novedades, por haber sido el primero que les abrió la puerta.

 

Es probable que Feijoo se llevase las manos a la cabeza al escuchar en los años inmediatos a ese texto las óperas y zarzuelas de José de Nebra, que asumió ya plena y magistralmente el fogoso estilo italiano, con sus recitativos secos llenos de modulaciones atrevidas, sus arias da capo, una escritura instrumental específica, coloraturas exigentes en la escritura vocal… Al combinarlos hábilmente con formas y ritmos entonces populares como el fandango o la seguidilla Nebra condujo una exitosa carrera en el efervescente mundo de la música escénica madrileña de la primera mitad del XVIII, sin renunciar para ello a las cualidades que lo convierten, en opinión de muchos, en el mejor compositor español de su siglo.

Juan Ramón Lara