Noja. Jardines del Palacio del Marqués de Albaicín, 22:00h
André Lacerda, tenor haute-contre
Joana Amorim, flauta traversa
Ayako Watanabe, violín
Sofia Diniz, viola da gamba
Fernando Miguel Jalôto, clave y dirección artística
À l'Espagnole
François Couperin
Les Nations (Paris, 1726)
Antoine Boësset
Airs de cour à 4 & 5 parties, IV (Paris, 1624)
François Couperin
Jean-Baptiste Lully
Entrée des Espagnols, Le Bourgeois Gentilhomme (Paris, 1670)
François Couperin
Marc-Antoine Charpentier
Mércure Galant (Paris, 1681)
François Couperin
André Campra
Deuxième Entrée: L'Espagne, L'Europe Galante (Paris, 1697)
François Couperin
André Campra
Deuxième Entrée: L'Espagne, L'Europe Galante (Paris, 1697)
Philippe Courbois
Prèlude: lentement — gay
Récitatif: Don Quichote enfoncé dans la montagne
[Air] Très lentement: Loin des yeux qui mon fait captif
Récitatif: Signalons sur ces monts ma flamme infortunée
[Air]: Vous qui travaillés a ma gloire
Récitatif: Le fameux chevalier de la triste figure
[Air]: Mardi faut il pour une ingrate
Cantates françoises à I et II voix [...] (Paris, 1710)
François Couperin
Henry Desmarets
Venus et Adonis (Paris, 1697)
Si España sufrió de una «Leyenda Negra» ciertamente también disfrutó de una «Leyenda Dorada». Especialmente en Francia, donde las esposas de Luis XIII y Luis XIV fueron infantas españolas, como francesa había sido Isabel de Valois, la tercera esposa de Felipe II. Fue este rey quien erigió el «retiro» de Aranjuez, entre jardines diseñados al estilo italiano, pero será con la dinastía borbónica cuando el palacio viva su mayor esplendor, rivalizando el epíteto de «Versalles español» con La Granja. Felipe V ordenará su conclusión, que nunca verá, y con Fernando VI las fiestas invadirán los días y las noches con mil cantos y mil galanteos.
El programa de Ludovice Ensemble retoma esta idealización de la España del seiscientos y setecientos, elaborada por la corte francesa, especialmente cuando el nieto de Luis XIV ascendió al trono español. Sobre el fondo de la hermosa suite L'Espagnole de François Couperin, que por sí sola inmortaliza todos los matices de colores y aromas de este imaginado paraíso hispano, Boësset evoca con nostalgia los «aires de Toledo» en un tono que casi suena a canción popular genuinamente ibérica. Lully y Campra se deleitaron componiendo largos lamentos que dibujan al eterno galán español, enamorado, fatalista, obsesionado con las cuestiones del honor y la virtud, e incapaz de saborear la dulzura del amor sin la amargura de los celos. Charpentier recuerda las hazañas gloriosas del «Cid Campeador» en el verso trágico de Corneille, mientras que Courbois utiliza esa antítesis del heroísmo, Don Quijote, el «caballero de la triste figura», para componer una cantata tan curiosa como única, de sabor agridulce, con tanto de irónico como de amable.
El programa, en el que predomina una sutil melancolía, de un refinamiento muy alejado de las caricaturas extravagantes y ruidosas que luego caracterizarían las evocaciones típicas en la música de los siglos XIX y XX, culmina en un lamento compuesto por el más grande de los compositores franceses del Grand Siècle que visitó España: Henry Desmarets, que trajo a la península la formalidad y el refinamiento del Ballet de Cour y de la Tragédie-Lyrique al servicio de Felipe V, pero que fue rápidamente reemplazado por la mayor extroversión de la música italiana. À l'Espagnole, constituye así una banda sonora imaginaria para un delicado paseo a la orilla del Tajo, donde Zarabandas y Pasacalles se escuchan a lo lejos, sin castañuelas, y con un distintivo acento francés.
André Lacerda, tenor haute-contre
Joana Amorim, flauta traversa
Ayako Watanabe, violín
Sofia Diniz, viola da gamba
Fernando Miguel Jalôto, clave y dirección artística
À l'Espagnole
François Couperin
Les Nations (Paris, 1726)
Antoine Boësset
Airs de cour à 4 & 5 parties, IV (Paris, 1624)
François Couperin
Jean-Baptiste Lully
Entrée des Espagnols, Le Bourgeois Gentilhomme (Paris, 1670)
François Couperin
Marc-Antoine Charpentier
Mércure Galant (Paris, 1681)
François Couperin
André Campra
Deuxième Entrée: L'Espagne, L'Europe Galante (Paris, 1697)
François Couperin
André Campra
Deuxième Entrée: L'Espagne, L'Europe Galante (Paris, 1697)
Philippe Courbois
Prèlude: lentement — gay
Récitatif: Don Quichote enfoncé dans la montagne
[Air] Très lentement: Loin des yeux qui mon fait captif
Récitatif: Signalons sur ces monts ma flamme infortunée
[Air]: Vous qui travaillés a ma gloire
Récitatif: Le fameux chevalier de la triste figure
[Air]: Mardi faut il pour une ingrate
Cantates françoises à I et II voix [...] (Paris, 1710)
François Couperin
Henry Desmarets
Venus et Adonis (Paris, 1697)
Si España sufrió de una «Leyenda Negra» ciertamente también disfrutó de una «Leyenda Dorada». Especialmente en Francia, donde las esposas de Luis XIII y Luis XIV fueron infantas españolas, como francesa había sido Isabel de Valois, la tercera esposa de Felipe II. Fue este rey quien erigió el «retiro» de Aranjuez, entre jardines diseñados al estilo italiano, pero será con la dinastía borbónica cuando el palacio viva su mayor esplendor, rivalizando el epíteto de «Versalles español» con La Granja. Felipe V ordenará su conclusión, que nunca verá, y con Fernando VI las fiestas invadirán los días y las noches con mil cantos y mil galanteos.
El programa de Ludovice Ensemble retoma esta idealización de la España del seiscientos y setecientos, elaborada por la corte francesa, especialmente cuando el nieto de Luis XIV ascendió al trono español. Sobre el fondo de la hermosa suite L'Espagnole de François Couperin, que por sí sola inmortaliza todos los matices de colores y aromas de este imaginado paraíso hispano, Boësset evoca con nostalgia los «aires de Toledo» en un tono que casi suena a canción popular genuinamente ibérica. Lully y Campra se deleitaron componiendo largos lamentos que dibujan al eterno galán español, enamorado, fatalista, obsesionado con las cuestiones del honor y la virtud, e incapaz de saborear la dulzura del amor sin la amargura de los celos. Charpentier recuerda las hazañas gloriosas del «Cid Campeador» en el verso trágico de Corneille, mientras que Courbois utiliza esa antítesis del heroísmo, Don Quijote, el «caballero de la triste figura», para componer una cantata tan curiosa como única, de sabor agridulce, con tanto de irónico como de amable.
El programa, en el que predomina una sutil melancolía, de un refinamiento muy alejado de las caricaturas extravagantes y ruidosas que luego caracterizarían las evocaciones típicas en la música de los siglos XIX y XX, culmina en un lamento compuesto por el más grande de los compositores franceses del Grand Siècle que visitó España: Henry Desmarets, que trajo a la península la formalidad y el refinamiento del Ballet de Cour y de la Tragédie-Lyrique al servicio de Felipe V, pero que fue rápidamente reemplazado por la mayor extroversión de la música italiana. À l'Espagnole, constituye así una banda sonora imaginaria para un delicado paseo a la orilla del Tajo, donde Zarabandas y Pasacalles se escuchan a lo lejos, sin castañuelas, y con un distintivo acento francés.
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