jueves, 8

Sala Argenta. Palacio de Festivales, 20:00h

La Sylphide. Compañía Nacional de Danza

 

Coreografía: August Bournonville Música: Herman Severin Løvenskiold Libreto: Adolphe Nourrit 

Puesta en escena: Petrusjka Broholm Diseño de escenografía: Elisa Sanz Diseño de vestuario: Tania Bakunova Diseño de iluminación: Nicolás Fischtel 

Realización de escenografía: Proescen 

Realización de vestuario: D’Inzillo Sweet Mode 

 Estreno absoluto por el Royal Danish Ballet, en el Royal Danish Theater, Copenhague (Dinamarca), el 28 de noviembre de 1836 

Estreno por la Compañía Nacional de Danza, en el Teatro de la Zarzuela, Madrid (España), el 7 de diciembre de 2023 

 

 

La Sylphide, ballet en dos actos original de Filippo Taglioni (1777-1871) se estrenó el 12 de marzo de 1832 en la antigua Ópera de París Le Pelletier sobre partitura de Jean Schneitzhoeffer y libreto de Adolphe Nourrit (transcrito por August Bournonville en 1836). Este ballet inspiró la versión del mismo nombre de August Bournonville estrenada el 28 de noviembre de 1836 con música de Herman S. Løvenskiold de forma que las dos versiones de idéntica dramaturgia convivieron un tiempo en las carteleras europeas. Bournonville, con la ayuda de dos pintores locales reprodujo en el Teatro Real de Copenhague los diseños parisienses originales de Pierre Ciceri (escenografía) y Eugène Lami (vestuario), diseños que inspiran aún hoy las producciones actuales del ballet. 

La versión de Bournonville musicada por S. Løvenskiold que hoy tendremos ocasión de ver fue el primer gran ballet que se popularizó en Madrid, llegando a representarse alternativamente en dos teatros madrileños: el Teatro del Príncipe y el Teatro del Circo desde 1842. Iniciador de la corriente de obras sobre los espíritus elementales y gran metáfora de amores frustrados, la Sylphide es el ballet más antiguo del periodo romántico que aún se mantiene activo en el repertorio internacional. 

UNA DELICADA CELEBRACIÓN ROMÁNTICA 

Cada personaje o carácter teatral tendrá siempre sus detalles y elementos para colarse en nuestros sentimientos más íntimos, tal como hace la sílfide al entrar por la ventana y poner patas arriba lo que está sucediendo en la casa de Effie (la preparación de las bodas entre ella y el bueno de James) sin importarle demasiado las consecuencias. A pesar de ello y de su carácter despreocupado, caprichoso y a veces dramático, ella siempre despierta nuestra simpatía. Esta es precisamente una de las claves de este singular personaje destinado a permanecer en ese eterno estado de gracia que lo distingue y dibuja. La bailarina debe interpretar todos estos matices que están dentro de la fantasía ambiental que pide el libreto y que debe hacerse creíble para el público. 

Aunque a ratos el tono de este ballet puede parecernos festivo, nunca debemos perder de vista que estamos en el Romanticismo y que, por debajo de la acción discurre un drama que termina de la peor manera posible. Puede interpretarse que la sílfide es víctima de sus actos, de su impulsividad y de su mala cabeza. Pero hay algo más que también puede ser una lección: en su entusiasmo enamoradizo, arrastra a James a la infelicidad y la desesperación. 

Cuando se habla de la excelencia al bailar quizás lo más importante es que la técnica que usamos no se note, que esté contenida en el baile, ordenando los pasos y haciéndolos un todo musical, pero que no sean evidentes los esfuerzos puramente físicos. La sílfide es el personaje del gran repertorio del ballet que más nos exige este propósito. La técnica no es un fin, sino una herramienta que nos permite interpretar y contar una historia, y la sílfide pasa ante nuestros ojos como algo evanescente, ligero, casi incorpóreo, y es allí donde la bailarina debe dar todo de sí misma. No hay en el ballet de Bournonville grandes despliegues de lo que se entiende como virtuosismo. Todo es mucho más sutil y delicado y eso es parte del gran reto. 

Esta gran celebración del ballet romántico es una ocasión que nos debe llenar a todos de orgullo. La CND vuelve a un título inmortal demostrando con su plantilla versatilidad y talento. 

Arantxa Argüelles 

ACTO I 

La acción tiene lugar en Escocia. El joven James dormido en su sillón es observado por un ser etéreo con alas transparentes: la Sílfide que le despierta con un beso en la frente. James cautivado por la Sílfide, comienza a buscarla y apenas presta atención a Effie con quien iba a casarse ese mismo día. Gurn declara su amor a Effie pero los preparativos de boda de James y Effie continúan, sólo interrumpidos por la aparición de la bruja Madge. A pesar de las protestas de James, la bruja le lee el futuro y le anuncia que Gurn es el hombre adecuado para Effie. La Sílfide aparece de nuevo y declara su amor a James. Al principio el joven duda, pero finalmente queda encantado con la etérea y adorable criatura. Gurn intenta sacar a la luz el secreto amor de James pero no lo logra. 

ACTO II 

En el bosque brumoso, Madge y las brujas están bebiendo una pócima y tejiendo un velo rojo. La Sylphide, que también vive en el bosque, se lo enseña a James. En flashes recuerda a Effie y se torna melancólico pero entonces las hermanas de la Sílfide danzan para él. Los amigos de James lo buscan en el bosque. Gurn encuentra su gorra y se encuentra con Madge que le cuenta la traición de James. Entonces Gurn propone matrimonio a Effie que acepta sin entusiasmo. James está solo en el bosque dividido entre la Sílfide y Effie pero Madge le promete hacer suya a la Sílfide. La bruja le da el velo para capturarla pero cuando James se lo pone encima, el destino de la Sílfide está echado: es capturada, ha perdido su libertad, sus alas caen y muere. La venganza de Madge está satisfecha mientras Gurn conduce a Effie al altar, la Sílfide es llevada al cielo por sus hermanas y James cae sin sentido al suelo. 

 

 

jueves, 8

Sala Argenta. Palacio de Festivales, 20:00h

La Sylphide. Compañía Nacional de Danza

 

Coreografía: August Bournonville Música: Herman Severin Løvenskiold Libreto: Adolphe Nourrit 

Puesta en escena: Petrusjka Broholm Diseño de escenografía: Elisa Sanz Diseño de vestuario: Tania Bakunova Diseño de iluminación: Nicolás Fischtel 

Realización de escenografía: Proescen 

Realización de vestuario: D’Inzillo Sweet Mode 

 Estreno absoluto por el Royal Danish Ballet, en el Royal Danish Theater, Copenhague (Dinamarca), el 28 de noviembre de 1836 

Estreno por la Compañía Nacional de Danza, en el Teatro de la Zarzuela, Madrid (España), el 7 de diciembre de 2023 

 

 

La Sylphide, ballet en dos actos original de Filippo Taglioni (1777-1871) se estrenó el 12 de marzo de 1832 en la antigua Ópera de París Le Pelletier sobre partitura de Jean Schneitzhoeffer y libreto de Adolphe Nourrit (transcrito por August Bournonville en 1836). Este ballet inspiró la versión del mismo nombre de August Bournonville estrenada el 28 de noviembre de 1836 con música de Herman S. Løvenskiold de forma que las dos versiones de idéntica dramaturgia convivieron un tiempo en las carteleras europeas. Bournonville, con la ayuda de dos pintores locales reprodujo en el Teatro Real de Copenhague los diseños parisienses originales de Pierre Ciceri (escenografía) y Eugène Lami (vestuario), diseños que inspiran aún hoy las producciones actuales del ballet. 

La versión de Bournonville musicada por S. Løvenskiold que hoy tendremos ocasión de ver fue el primer gran ballet que se popularizó en Madrid, llegando a representarse alternativamente en dos teatros madrileños: el Teatro del Príncipe y el Teatro del Circo desde 1842. Iniciador de la corriente de obras sobre los espíritus elementales y gran metáfora de amores frustrados, la Sylphide es el ballet más antiguo del periodo romántico que aún se mantiene activo en el repertorio internacional. 

UNA DELICADA CELEBRACIÓN ROMÁNTICA 

Cada personaje o carácter teatral tendrá siempre sus detalles y elementos para colarse en nuestros sentimientos más íntimos, tal como hace la sílfide al entrar por la ventana y poner patas arriba lo que está sucediendo en la casa de Effie (la preparación de las bodas entre ella y el bueno de James) sin importarle demasiado las consecuencias. A pesar de ello y de su carácter despreocupado, caprichoso y a veces dramático, ella siempre despierta nuestra simpatía. Esta es precisamente una de las claves de este singular personaje destinado a permanecer en ese eterno estado de gracia que lo distingue y dibuja. La bailarina debe interpretar todos estos matices que están dentro de la fantasía ambiental que pide el libreto y que debe hacerse creíble para el público. 

Aunque a ratos el tono de este ballet puede parecernos festivo, nunca debemos perder de vista que estamos en el Romanticismo y que, por debajo de la acción discurre un drama que termina de la peor manera posible. Puede interpretarse que la sílfide es víctima de sus actos, de su impulsividad y de su mala cabeza. Pero hay algo más que también puede ser una lección: en su entusiasmo enamoradizo, arrastra a James a la infelicidad y la desesperación. 

Cuando se habla de la excelencia al bailar quizás lo más importante es que la técnica que usamos no se note, que esté contenida en el baile, ordenando los pasos y haciéndolos un todo musical, pero que no sean evidentes los esfuerzos puramente físicos. La sílfide es el personaje del gran repertorio del ballet que más nos exige este propósito. La técnica no es un fin, sino una herramienta que nos permite interpretar y contar una historia, y la sílfide pasa ante nuestros ojos como algo evanescente, ligero, casi incorpóreo, y es allí donde la bailarina debe dar todo de sí misma. No hay en el ballet de Bournonville grandes despliegues de lo que se entiende como virtuosismo. Todo es mucho más sutil y delicado y eso es parte del gran reto. 

Esta gran celebración del ballet romántico es una ocasión que nos debe llenar a todos de orgullo. La CND vuelve a un título inmortal demostrando con su plantilla versatilidad y talento. 

Arantxa Argüelles 

ACTO I 

La acción tiene lugar en Escocia. El joven James dormido en su sillón es observado por un ser etéreo con alas transparentes: la Sílfide que le despierta con un beso en la frente. James cautivado por la Sílfide, comienza a buscarla y apenas presta atención a Effie con quien iba a casarse ese mismo día. Gurn declara su amor a Effie pero los preparativos de boda de James y Effie continúan, sólo interrumpidos por la aparición de la bruja Madge. A pesar de las protestas de James, la bruja le lee el futuro y le anuncia que Gurn es el hombre adecuado para Effie. La Sílfide aparece de nuevo y declara su amor a James. Al principio el joven duda, pero finalmente queda encantado con la etérea y adorable criatura. Gurn intenta sacar a la luz el secreto amor de James pero no lo logra. 

ACTO II 

En el bosque brumoso, Madge y las brujas están bebiendo una pócima y tejiendo un velo rojo. La Sylphide, que también vive en el bosque, se lo enseña a James. En flashes recuerda a Effie y se torna melancólico pero entonces las hermanas de la Sílfide danzan para él. Los amigos de James lo buscan en el bosque. Gurn encuentra su gorra y se encuentra con Madge que le cuenta la traición de James. Entonces Gurn propone matrimonio a Effie que acepta sin entusiasmo. James está solo en el bosque dividido entre la Sílfide y Effie pero Madge le promete hacer suya a la Sílfide. La bruja le da el velo para capturarla pero cuando James se lo pone encima, el destino de la Sílfide está echado: es capturada, ha perdido su libertad, sus alas caen y muere. La venganza de Madge está satisfecha mientras Gurn conduce a Effie al altar, la Sílfide es llevada al cielo por sus hermanas y James cae sin sentido al suelo.