“En el mundo de la música impera el instinto más que la razón o el corazón”
Juan Pérez Floristán actuará junto a la BBC Philharmonic Orchestra, bajo la batuta de Juanjo Mena, en el concierto inaugural de la 66ª edición del Festival Internacional de Santander. El pianista sevillano, ganador en 2015 del Concurso Internacional de Piano Paloma O’Shea, confirma así su proyección internacional en una cita que tendrá lugar el sábado 5 de agosto y que cuenta con el patrocinio de la Fundación EDP.
· Participa en el concierto de inauguración de nuestro Festival junto a un gran maestro como Juanjo Mena y con la prestigiosa BBC Philharmonic Orchestra. ¿Cómo se siente?
Es un honor totalmente inesperado el abrir el Festival con semejante director y orquesta. Recibí la noticia con una alegría tremenda, sobre todo por ver cómo, año tras año, Santander y personas como Jaime Martín, Paloma O’Shea y tantos otros siguen confiando en mi talento. Auguro que será un concierto memorable.
· Interpretará a Rachmaninov con la Rapsodia sobre un tema de Paganni. ¿Qué nos puede decir de esta pieza, qué dificultades entraña y qué la hace especial?
En la ‘Rapsodia’ vemos a un Rachmaninov en plena genialidad pianística y sinfónica: al compositor, después de haber compuesto tantas obras maestras para piano, no le queda más que avanzar en terrenos inexplorados y jugar con la instrumentación, la técnica pianística y las emociones (¡es una obra llena de sentido del humor y de Jazz!) más allá de los límites.
· Su lazo con Santander es intenso tras convertirse en 2015 en el segundo español en ganar el Concurso Internacional de Piano Paloma O`Shea. El año pasado ofreció un recital en nuestro Festival y ahora regresa como solista junto a una gran orquesta. ¿Se imagina en algún formato diferente, algo distinto a un recital o un concierto sinfónico?
Por supuesto. Hay tantas cosas por hacer en esta vida… Dirigir una orquesta, tocar géneros como el Jazz, el flamenco, la música electrónica o la fusión en general, colaborar con otras disciplinas artísticas… Y la música de cámara. ¡Eso siempre!
· En alguna ocasión ha declarado que Schubert es el compositor que más le ha influido. ¿Siempre hay un autor favorito, siempre hay uno por el que se siente especial debilidad?
De hecho diría que no es mi “favorito”. Sería injusto con otros de los compositores a los que amo… Pero sí, es normal tener una debilidad “congénita” por algún estilo musical, algún tipo de música que desde pequeño siempre te fascina sin explicación aparente.
· La crítica le califica como uno de los intérpretes de referencia y alaba su técnica y calidad interpretativa. ¿Le afecta de algún modo todo lo que se dice sobre usted?
No. Ni lo malo, ni lo bueno. Me volvería loco, sobre todo hoy en día con Internet y la avalancha de información que se nos viene encima cada vez que encendemos el móvil. Sería tremendamente peligroso por mi parte hacer caso de las opiniones de gente que no conozco y que, en el fondo, no me conoce.
· En el mundo de la música, ¿qué impera más: el corazón o la razón?
Ninguno de los dos. Diría más bien que impera el instinto, un híbrido entre ambos. Como decía Harnoncourt, hay que tener la mayor cantidad de información posible para después olvidarla y buscar el máximo de expresión.
· ¿Cuál ha sido hasta la fecha, dentro de su trayectoria profesional, su momento más dulce y cuál el más amargo o complicado?
Mi momento más dulce fue mi vuelta al Teatro de la Maestranza de Sevilla tras ganar el concurso con un recital yo solo en la sala grande. Haber visto a tantos familiares, amigos, vecinos y sevillanos en general sentirse orgullosos y emocionados por lo que he alcanzado ya como músico y persona no tuvo precio. El momento más amargo fue un concierto que di en la Escuela Reina Sofía hace ya año y medio en el que toqué solo una parte y el segundo Trío de Schubert con mi trío en la segunda parte. Hacía cinco días se había muerto un amigo muy íntimo, y aunque el concierto salió muy bien a pesar de ello, nada más terminar y salir del escenario se me vinieron todas emociones acumuladas esos días y durante el concierto y me vine abajo. Un ejemplo más del poder de la música para lidiar con las emociones de uno mismo.
· Si no hubiera sido pianista ahora podría ser…
Fisioterapeuta, psicólogo, baterista o profesor.