“Nos estamos acostumbrando a consumir música de manera gratuita y cada vez es más difícil crear y vender discos”
La voz única de Raquel Andueza junto a La Galanía, una de las formaciones especializadas más importantes del panorama musical español actual, cerrarán el lunes, 28 de agosto, los Marcos Históricos en Escalante y al día siguiente pondrán el broche final al Ciclo de Cámara y Música Antigua. La soprano navarra y Pablo Prieto (violín), Manuel Vilas (arpa doppia) y Jesús Fernández Baena (tiorba) presentan el concierto ‘Monteverdi & friends’.
Tiene una doble cita con el Festival rindiendo homenaje a Claudio Monteverdi. Actúa junto a La Galanía dentro del Ciclo Marcos Históricos y también en el Ciclo de Cámara y Música Antigua. ¿Qué lugar ocupa el compositor italiano en el mundo de la música y qué significa para usted?
Claudio Monteverdi fue un compositor revolucionario y uno de los máximos responsables de la evolución de la música entre el Renacimiento y el Barroco, pionero de la llamada musica degli affetti, subordinando la música al servicio de la palabra, así como padre del melodrama lírico y de la ópera en el siglo XVII. Y para mí supuso la diferencia entre querer dedicarme al canto clásico o al pop, puesto que cuando escuché su música por primera vez supe que tenía que seguir estudiando canto lírico para ser capaz de cantarla. Monteverdi es mi compositor fetiche, sin el cual creo que yo no sería quien soy. Me ha enseñado tanto, ha sacado tanto de mí que nunca seré capaz de devolverle tanta enseñanza.
¿Cómo ha concebido ‘Monteverdi & Friends’? ¿Cómo va a sorprender al público?
Es un programa en torno a Claudio Monteverdi, con obras suyas pero también con trabajos de compositores de su época y también de alumnos suyos, como Francesco Cavalli. La concepción de nuestros programas está basada en criterios históricos pero también nos regimos por la belleza de las obras, y las intercalamos según las tonalidades o estados de ánimo de las mismas, para construir un programa lo más equilibrado posible. En La Galanía no solemos pensar en cómo sorprender al público, sino en que intenten sentir la música como nosotros lo hacemos en el escenario, aunque sí que llevaremos algunos estrenos inéditos que hemos rescatado de bibliotecas italianas, y que se escucharán por primera vez en Cantabria en el siglo XXI.
No es el único repertorio que aborda, pero sí podemos decir que su especialidad es el Barroco. ¿Cuándo y cómo empezó a sentir especial interés por las composiciones de esta época?
Desde que tenía tres años el barroco comenzó a gustarme, sin saber que era barroco. Mi hermana mayor estudiaba piano y de todos sus libros yo siempre le pedía: “¡Toca de ese libro azul, Esther!”. Era Bach. Y en el colegio nos ponían audiciones de diferentes músicos, y me encantaban Purcell, Vivaldi, Haendel y Bach. Y un día conocí el Lamento della Ninfa de Claudio Monteverdi en un concierto de un coro donde cantaba mi hermano Simón. Y fue ahí donde, boquiabierta, decidí que quería explorar un poco más. Y poco a poco me di cuenta de que todo lo que me había marcado desde pequeña era música barroca… Creo que debería “hacérmelo mirar”, porque no es normal… (Risas).
· Usted empezó muy jovencita su formación musical en Pamplona, su ciudad natal. ¿Nunca es tarde para iniciarse en el mundo de la música, del canto? ¿Cualquier edad es buena para introducirse en el universo musical, aunque no sea de una manera profesional?
Por supuesto, nunca es tarde para cantar o para tocar un instrumento, no solamente por el hecho de aprender, sino porque es fantástico para el cerebro y para estado de ánimo; siempre lo digo y lo repetiré. Pero sí es cierto que ocurre un poco como con los idiomas: si aprendes las bases cuando eres pequeño, luego todo resulta más sencillo. Muchas veces en el canto, al comenzarlo más tarde que el resto de los instrumentos (hay que tener el cuerpo mínimamente desarrollado), algunos alumnos llegan menos preparados; han descubierto que quieren cantar pero tienen poco conocimiento de solfeo, armonía, historia… Entonces, por muy buena voz que tengan, hay carencias fundamentales que no se resuelven, y esas lagunas (y mucho más en el barroco, con tanto repertorio desconocido y tanta ornamentación por crear en cada partitura) son un hándicap extremadamente importante. Muchos cantantes se aprenden las obras escuchando versiones en Spotify, pero cuando no existen referencias, ¿qué se puede hacer? El camino se vuelve demasiado arduo. Ocurre lo mismo en la música contemporánea. Yo siempre soy muy dura con esos aspectos básicos en los cursos que doy, puesto que me parece un engaño comunicarse en un idioma, como es el de la música, si no se conoce bien. Es como si fuéramos actores sin saber leer ni comprender el idioma que hablamos. No es posible.
Decidió irse a Londres a completar su educación. ¿Qué encontró allí que en España no hubiese en ese momento?
El hecho de irme a Londres fue una pequeña carambola de la vida: conocí a unos profesores de canto ingleses que me animaron a ir allí, y me encontré en una de las mejores escuelas superiores del mundo, donde se recibe una formación completísima como músico. Aparte de tener una biblioteca maravillosa con infinidad de volúmenes de partituras y libros de consulta, tenía 16 asignaturas al año que comprendían desde la Historia de la Música del siglo XX a claqué, musicales o retórica. Asimismo, fue una experiencia vital enorme, puesto que me fui muy jovencita y me ayudó a madurar y a desenvolverme en la vida de otra manera.
Desde entonces hasta ahora, ¿qué ha cambiado en cuanto a la educación, la formación y la cultura musical en nuestro país?
Ahora los departamentos de Música Histórica están más desarrollados (aunque no fue lo que yo estudié en Londres), y la Música Antigua está cada vez más instaurada y normalizada en España. De los conservatorios salen músicos con muchas ganas de profundizar más en la música anterior al siglo XIX, y gracias a eso hay muchos más grupos especializados con una grandísima calidad. El problema es el de siempre, que las instituciones no apoyan tanto; la cultura no es una prioridad para los gobiernos, y es un craso error. Si nos amputan la capacidad de desarrollo cultural y de pensamiento nos convertimos en robots sin criterio y, por consiguiente, más manipulables. Aparte de esto, seguimos acarreando un IVA del 21%, ya no en las entradas a los espectáculos, pero sí en nuestro coste como músicos, con lo que esta bajada del IVA ha sido, como decía mi abuela, “ni chicha ni limoná”.
El repertorio antiguo y la música barroca viven un momento dulce en nuestro país. Usted que viaja y actúa por todo el mundo, ¿ocurre lo mismo en otros países? ¿Qué futuro le augura a la música antigua?
Siempre digo que soy optimista y que ver las salas llenas y con mucho público joven, nos asegura un futuro como intérpretes. Ahora bien, nos estamos acostumbrando a consumir música (y literatura) de manera gratuita, con lo que, por ejemplo, cada vez es más difícil crear y vender discos si el público no está dispuesto a apoyar con unos simples 15€ en la compra de un álbum (o 9,99€ si los compra en plataformas digitales). Con La Galanía seguimos siendo de los afortunados que tienen un público fiel que nos acompaña en este camino, pero hay muchos grupos emergentes que no pueden permitirse el hecho de grabar un disco, puesto que el recorrido del mismo es demasiado corto para semejante esfuerzo e inversión. Sin embargo, esta falta de apoyo no se percibe en los conciertos, donde la gente en todo el mundo sigue disfrutando de este repertorio con gran entusiasmo, y los programadores de festivales y salas de concierto emplean muchos de sus esfuerzos en promover y apoyar este repertorio.
Esta es complicada… Elija un escenario, un director, una voz, una obra y un compositor.
¡Sí que es complicada! 🙂
– Un escenario: La acústica del Kursaal de San Sebastián me vuelve loca… Me encanta cantar allí.
– Un director: Sir John Eliot Gardiner. Me gusta todo lo que él hace, tiene un cerebro privilegiado y una visión de la música que me toca el alma.
– Una voz: Esta es difícil, tengo muchas voces que me fascinan. Pero por obligación debo elegir a la dulcísima Emma Kirkby. Mi hermana Esther fue la que me la descubrió. Fue la primera voz que escuché que no no tenía un gran vibrato y tampoco era grande, y gracias a ella no dejé los estudios de canto (siempre pensé que mi voz era pequeña y que no tendría ningún futuro dentro de la lírica…)
– Una obra: Vespro della Beata Vergine, de Claudio Monteverdi. Cada número es absolutamente maravilloso y como concepto revolucionario en la época en la que se compuso, me quedo con ella.
– Un compositor: Claudio, siempre Claudio… que me perdone Juan Sebastián. (Sonríe)