“La 'Novena Sinfonía' de Beethoven posee el mismo espíritu colosal que caracteriza a Maurice Béjart. Les une la grandeza y también la generosidad más absoluta”
La realizadora Arantxa Aguirre presenta en el Festival Internacional de Santander su documental Dancing Beethoven dentro del Ciclo de Proyecciones y Coloquios. El trabajo narra la preparación de la ‘Novena Sinfonía’ de Beethoven presentada por el Béjart Ballet Lausanne y el Ballet de Tokio, acompañados de la Orquesta Filarmónica de Israel, dirigida por Zubin Mehta. Se proyecta el miércoles, 23 de agosto, a las 20:30 horas en la Sala Pereda, con entrada libre hasta completar el aforo. Aguirre participará en un coloquio después de la proyección.
Si tuviese que presentar su trabajo, ¿qué diría para despertar el interés del público?
Los mimbres de esta película (Beethoven, el Béjart Ballet Lausanne, la Filarmónica de Israel…) se presentan brillantemente por sí mismos. Pero además añadiría el premio de la Seminci y el hecho de que Dancing Beethoven lleve 16 semanas en cartel en los cines Balmes de Barcelona y se haya estrenado comercialmente en salas de Alemania, Suiza y Austria, de momento.
Es un trabajo grabado ‘desde dentro’. ¿Por qué este enfoque? ¿Ha sido complicado el proceso de producción, grabación, montaje y edición? ¿Cuál ha sido la mayor dificultad del documental?
Creo que el cine no puede competir con la emoción del espectáculo en directo. Pero tiene otras armas, como este enfoque “desde dentro”, que me permite llegar donde el espectador de teatro no llega y ofrecerle una experiencia de otro género que puede ser igual de valiosa. Una producción que se desarrolla en dos continentes, a lo largo de varios meses, suele ser una aventura muy complicada. Si además estás trabajando en torno a un hito de la cultura universal, como es la ‘Novena Sinfonía’ de Beethoven, el nivel de dificultad se dispara. Pero lo más difícil para mí, como en todo documental que acompaña un proceso real en vez de filmar un guión escrito de antemano, ha sido ser capaz construir una historia que mantenga el interés del espectador de principio a fin.
Consiguió la Espiga de Plata en la sección ‘Tiempo de Historia’ de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) en 2016. ¿Qué supuso para usted este reconocimiento?
Era el estreno mundial de la película y la Seminci es un Festival con mucha solera y prestigio, de modo que el premio supuso una maravillosa y prometedora manera de iniciar el recorrido de Dancing Beethoven.
Su relación con el mundo de la danza es estrecha. Estudió danza y había trabajado anteriormente con la Compañía de Béjart, con la que ha realizado tres largometrajes y un corto. Suele confesar que la figura del bailarín y coreógrafo le ha influido mucho. ¿Ha descubierto algo nuevo sobre él con este proyecto? ¿Qué destacaría de la Compañía?
Cada proyecto relacionado con Maurice Béjart y su Compañía me permite profundizar mis conocimientos y ofrecerle al espectador nuevas perspectivas. Béjart dejó una obra vasta, compleja y de una altísima calidad. Es un clásico y los clásicos nunca terminas de descubrirlos. Lejos de aburrirme, cada vez me intriga más. Del Béjart Ballet Lausanne destacaría el nivel de exigencia que mantiene su nuevo director Gil Roman y la extraordinaria energía de sus bailarines, al servicio de un repertorio de primer orden así como de nuevas creaciones.
· La Novena Sinfonía de Beethoven es una de las grandes obras de la historia de la música y Béjart, un icono de la danza. ¿Qué tienen en común la partitura y el artista francés? ¿Qué les une?
Maurice Béjart no se arredraba, sino que se crecía ante desafíos tan imponentes como el de hacer un ballet a partir de la Novena Sinfonía de Beethoven. Y creo que esta partitura posee el mismo espíritu colosal que caracteriza a Béjart. Les une la grandeza y también la generosidad más absoluta porque la Novena Sinfonía y después Maurice Béjart se ponen al servicio de un gran ideal que es la fraternidad humana.
· Vemos al ballet Béjart junto al Ballet de Tokyo acompañados por los músicos de la Filarmónica de Israel dirigidos por Zubin Metha. La mezcla de culturas, de razas, la diversidad… todo ello está latente en el proyecto. ¿Qué se esconde detrás de este cóctel artístico? ¿Algún mensaje por descifrar?
El mensaje se hace patente en los versos de Schiller de la Oda a la Alegría: todos los hombres somos hermanos.
· El músico alemán no pudo escuchar su gran obra debido a su sordera, un problema que no le impidió disfrutar del arte, de la música, de la creación… ¿Qué barreras quedan por superar en el mundo del arte?
Vivimos en un mundo ruidoso y acelerado y esta me parece la principal barrera porque creo que el arte tiene mucho que ver con el tiempo, el silencio y la reflexión.
· La Novena Sinfonía está ligada a la historia de la Unión Europea. ¿Son buenos tiempos para la alegría culturalmente hablando?
Los tiempos son inciertos y preocupantes y por eso la alegría entendida como un deber y una forma de resistencia es más necesaria que nunca.