“La música es una de las maravillas que el ser humano ha creado y gracias a ella creo que la humanidad se puede salvar”
Jordi Savall estrenará por primera vez en España en el Festival Internacional de Santander su proyecto ‘Las rutas de la esclavitud’. Se trata de una propuesta multicultural en la que los ensembles del director catalán, Hespèrion XXI y la Capella Reial de Catalunya se unen a músicos procedentes de Mali, Madagascar, Marruecos, México, Brasil, Argentina y Venezuela. La música y la historia se dan la mano en este espectáculo para ‘mantener viva la memoria’.
‘Las rutas de la esclavitud’ se presentará por primera en España en el marco del Festival Internacional de Santander. ¿Qué le ha animado a elegir nuestra ciudad para su estreno en nuestro país?
Ha sido el Festival el que se ha interesado por nuestro proyecto y nosotros estamos encantadísimos de poder presentarlo en Santander. Es un Festival que conozco, he venido otras veces, y será un placer presentar este programa tan innovador y tan especial en su ciudad.
¿Está expectante por ver cómo reacciona el público español ante su propuesta?
Estoy seguro de que la respuesta en España será tan buena como la que hemos tenido en otros países y en otras ciudades porque, realmente, es un programa fuera de serie por la temática que aborda y por el elenco de artistas procedentes de países tan diversos como Brasil, Madagascar, Colombia, Malí, Méjico, Venezuela, Argentina, España, Italia y Francia.
Estamos ante un recorrido musical, a través de cuatro siglos, inspirado en los cantos y bailes de los esclavos que salieron de África hacia América y las colonias europeas. ¿De donde surge su interés por este capítulo de la historia? ¿Cuál es el germen del proyecto?
El germen del proyecto es un programa que trabajé hace ya muchos años cuando abordé las musicas coloniales del siglo XVI y XVII, las músicas con influencias de la cultura africana que se incorporaron en las composiciones religiosas de esos siglos, sobre todo en el Nuevo Mundo. Descubrí muchos villancicos y me di cuenta de que había un repertorio muy, muy interesante y muy diferente al repertorio habitual. Es música con influencias autóctonas, africanas, indias… Me planteé la idea de confrontar este repertorio, que era el de los colonizadores, de los españoles que intentaron integrar en su liturgia a los esclavos que estaban allí. Es un tema que se ha tratado con mucha precaución porque aún hoy en día hay una cierta voluntad de no hablar demasiado de ello. Nos hemos olvidado de que durante muchos siglos hubo una trata de esclavos masiva e irregular desde África hasta el Nuevo Mundo. Quise poner en diálogo la música conservada en nuestros manuscritos antiguos con la música de las tradiciones árabes de los descendientes de los esclavos. Busqué e hice mucha investigación y encontré música de países diferentes. Alternamos compositores conocidos con manuscritos de la época, como el Códice Trujillo tan de actualidad ahora, y lo completamos con textos que nos explican cómo fue la historia. Es una forma de recordar una tragedia, uno de los grandes crímenes que los humanos han hecho: llevar a millones de personas por la fuerza para trabajar como esclavos. El programa es un acto de memoria y de humanidad porque el público escuchará piezas de gran belleza, gran vitalidad y surgirá la pregunta: ¿Cómo es posible que estas personas, que tanto sufrieron y que todo lo perdieron, conservarán esta música, estos cantos que nos dan tanta esperanza?
El trabajo de documentación e investigación habrá sido intenso y arduo. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de la tragedia de la esclavitud y su vinculación con la música y el arte?
Te das cuenta de que esta gente, que todo lo perdió, con la música encontraba de nuevo su forma de reconocerse. Era su espacio de libertad, lo único que les quedaba y que nadie se lo podía quitar. Cuando cantaban recordaban sus orígenes, su familia… y eso les daba ánimo para continuar viviendo y luchando. Son canciones llenas de emoción y también de un optimismo y una humanidad que sorprenden por su belleza y su energía increíble.
¿Cómo describiría la experiencia de trabajar con músicos procedentes de diferentes países y continentes y la labor de fusionar las distintas maneras de entender la música que cada uno de ellos tiene?
Es una de las experiencias más maravillosas de mi carrera y en estos momentos, este es uno de los programas que más satisfacción me da. Es absolutamente emocionante vivir esta experiencia con músicos de tantas culturas diferentes. Hablan todos con el mismo lenguaje de belleza y cada uno se expresa con su máxima emoción. Para mí es una forma de reconocer la cualidad fundamental que tendría que tener el ser humano de conocer a otras personas de culturas diferentes, de reconocernos como hermanos, de procurar entender lo que nos es más lejano, de ser generosos y tener empatía. Esto nos tendría que hacer reflexionar: ¿Por qué somos tan insensibles al drama de los refugiados que intentar huir de sus países en guerra, por qué somos tan duros y egoístas a la hora de afrontar este drama? Nos hemos olvidado de lo que pasó. Si todas las personas que están tomando decisiones sobre los refugiados se acordasen de la responsabilidad que tuvimos hace siglos, tendríamos que pensar de otra manera y reconocer que tenemos una deuda pendiente con el mundo africano.
¿De qué manera nos ayuda la música a conocer y entender nuestro pasado y cómo nos puede ayudar para avanzar, para mirar hacia el futuro?
La música nos hace recordar la historia, recordar tanto sufrimiento e injusticia. Pero la música también nos ayuda a ser más sensibles y esa sensibilidad nos ayuda a ser más humanos y a ser conscientes de nuestra responsabilidad en los conflictos actuales. Lo que está pasando en el mundo nos concierne a todos y esto es un reto muy difícil. Entiendo que a muchos les pueda dar miedo aceptar a gente de otros países, pero la historia de la humanidad ha sido la historia de movimientos de personas. Siempre ha habido movimiento de refugiados y no hay ningún país que se haya salvado de ello. Es importante tener una actitud moralmente justa. La música nos puede ayudar a ser más lúcidos y a tener una actitud más generosa.
· Lleva más de cuatro décadas dedicado a la recuperación y difusión del patrimonio musical hispánico, dedicado especialmente a la música antigua. ¿Qué le queda por aprender?
Muchísimo. Yo aprendo todos los días… Interpretar y estudiar música es siempre un trabajo sin fin porque siempre puedes mejorar. Acabo de interpretar el ‘Orfeo’ de Monteverdi, ahora estoy estudiando las tres últimas sinfonías de Mozart, estoy preparando nuevos programas para ofrecer en otros festivales de otros países antes de que vengamos a Santander. Poder trabajar con músicos de otras culturas y estudiar de nuevo músicas conocidas es un privilegio fabuloso. La música es una de las maravillas que el ser humano ha creado y gracias a ella pienso que la humanidad se puede salvar. La música nos aporta capacidad de diálogo, de emocionarnos y de ser sensibles con los demás.
· Usted ha sido crítico con la gestión cultural en nuestro país, renunciando incluso al Premio Nacional de Música en 2014. ¿Sigue pensando de la misma manera, que hay desinterés en la defensa de la promoción del arte?
Por desgracia, no hay síntomas de que haya cambiado. Se hacen muchas actividades, hay un público muy interesado, el Centro Nacional de Difusión Musical está haciendo cosas, pero en cuanto a difusión y defensa del patrimonio se refiere desde el Ministerio de Cultura no hay conciencia de lo que tenemos en España ni ideas para promocionarlo, darle visibilidad y ayudar a todos los jóvenes músicos españoles que están luchando para dar a conocerlo.
Se ayuda a las grandes orquestas sinfónicas, se apoya a los teatros de ópera, pero no queda nada para defender lo que está olvidado y esto es el gran drama. No hay institución musical española que se dedique a recuperar y dar a conocer el patrimonio de los siglos medievales, del Renacimiento y el Barroco y esto es grave porque si por alguna cosa tiene España una proyección universal es justamente por su patrimonio de estas épocas. ¿Cómo es posible que no haya ninguna persona culta en el mundo de la política que sea capaz de entender esto, que sea capa de saber que las Cantigas de Santa María, por ejemplo, es la recopilación más importante de música del Medioevo europea o que los grandes maestros de la polifonía, Cristóbal de Morales, Tomás Luis de Victoria, Francisco Guerrero y tantos otros, son los grandes maestros del Renacimiento y aquí no tienen visibilidad, no hay apoyo para grabar sus obras. Nuestros Bach son Victoria, Morales y Guerrero y no hay una edición completa de sus obras. Es una pena.
¿Y sobre qué pilares debería sostenerse la gestión cultural y la defensa de creadores, artistas, músicos, directores… ?
Creo que tenemos que ser conscientes de que la cultura es la base de toda civilización. Lo que nos hace ser más civilizados, más cultos, más humanos es la educación que recibimos en nuestra infancia, una educación que tiene que pasar por el conocimiento de la música, de las artes, de la Historia. Si esto se enfoca con generosidad, puede dar resultados para que haya capacidad de creatividad, de diálogo… Muchos conflictos actuales vienen del menosprecio hacia el otro, del desconocimiento y la ignorancia. Tenemos que ser conscientes de que solo a través de la educación y la cultura podemos crear un activo humano en nuestros países. Dostoyevski tenía razón cuando decía que la belleza salvaría el mundo. Cuando estamos en contacto con la belleza, que puede ser una misa de Bach o una ópera de Monteverdi, alcanzamos el nivel más alto de espiritualidad. Eso es un alimento esencial para el alma, debería ser accesible para la mayoría de todas las personas y esto no está pasando. Hay un mundo injusto en el que unos pocos podemos beneficiarnos de esa riqueza y la gran mayoría sobrevive en condiciones que no son satisfactorias.