Joven Orquesta Sinfónica de Cantabria
Joven Orquesta Sinfónica de Cantabria
Sala Argenta · Palacio de Festivales · 20:30 hJoven Orquesta Sinfónica de Cantabria
Enrique García Asensio, director
Programa
Juan Crisóstomo Arriaga
- Obertura de Los esclavos felices
Antón García Abril
- Canciones y danzas para Dulcinea
Piotr Ilich Tchaikovski
- Sinfonía n. 2 en do menor Op. 17 Pequeña Rusia
El ambicioso proyecto de innovación educativa que supone la Joven Orquesta Sinfónica de Cantabria (JOSCAN) es una buena muestra del interés por la profesionalización de la música que se está llevando a cabo con el apoyo del Gobierno de Cantabria. Dos encuentros anuales enmarcan una serie de actividades educativas y culturales en las que los jóvenes músicos adquieren una experiencia práctica que les acerca al mundo laboral. El estudio de repertorios de alto nivel, trabajados con profesores invitados, prepara ese camino que hay más allá del aprendizaje de los conservatorios. En este caso, cuentan con la figura de Enrique García Asensio. El maestro, acostumbrado a la labor divulgativa con numerosas conferencias, clases magistrales y publicaciones sobre técnica de dirección heredada del gran Sergiu Celibidache, es un especialista en extraer de los jóvenes la savia y energía que caracteriza a este tipo de formaciones. Con su experiencia dejará un poso importante en los atriles de estos jóvenes músicos.
La obertura de Los esclavos felices –ópera semiseria de Juan Crisóstomo de Arriaga (1806 – 1826) – es uno de los habituales de los repertorios orquestales. La brevedad de la vida del compositor bilbaíno no le impidió legar obras magníficas, mejores cuanto más aprendía en el París que le aclamaba como un genio y que le encumbró como mito. Es el caso de esta obra que, compuesta en 1819 y revisada tres años más tarde, ejemplifica además sus progresos en la orquestación. La obertura muestra una fuerte influencia del estilo italiano, de Mozart, Haydn, se pueden apreciar elementos de un barroco tardío e incluso se vislumbran elementos clásicos al puro estilo rossiniano como el tema staccato que abre la sección rápida o la trepidante coda.
El turolense Antón García Abril celebra este año sus 85 años que han sido dedicados en casi su totalidad a la música. Los estudios en Valencia, Madrid, Siena y Roma le ofrecen un soporte técnico capaz de afrontar diferentes registros compositivos, recibiendo premios en todos ellos. Sus creaciones muestran una personalidad que lo hacen reconocible en pocos compases, combinando dominio técnico y expresividad, con un lirismo que le entronca en la tradición italiana y española y que ha transmitido durante treinta años en la cátedra de Madrid. En Canciones y danzas para dulcinea es fácil encontrar todos esos elementos. Compuestas en 1985, surgen del año anterior, cuando estaba componiendo la música para Monsignor Quixote de Rodney Bennet para la BBC. Destaca el elemento rítmico que le aporta la idea de ballet que predominó en su génesis, tal y como apunta el subtítulo Apunte coreográfico. Es una música de hondo carácter español en sus melodías (3 canciones, en las que todos los materiales son originales) y ritmos (3 danzas). A lo largo de casi toda la obra se puede observar un ambiente más camerístico que orquestal.
La música de Piotr Ilich Tchaikovski (1840-1893) aparece más vinculada a las escuelas compositivas internacionales que a la propiamente denominada rusa. Sin embargo, esta Segunda sinfonía es denominada “Pequeña Rusia” en alusión a los préstamos de música folclórica que aparecen a lo largo de toda la obra. En concreto el empleo de melodías y ritmos de Ucrania –región denominada como “pequeña Rusia”– marca la línea temática de los cuatro movimientos que la conforman. Está en do menor, fue compuesta en 1872, estrenada al año siguiente y ampliamente revisada ocho años después. El primer movimiento se inicia con un andante sostenuto en el cual la trompa presenta un tema ucraniano, lo recoge el fagot y luego se reparte por el resto de la orquesta siendo reexpuesto en el allegro vivo. El segundo movimiento, andantino marziale, está estructurado en tres secciones, siendo la central la que emplea un tema popular ucraniano y lo diferencia de las extremas. Le sigue un Scherzo que contiene un contrastante trío a cargo de la madera con contrapuntos de la cuerda y muestra un gran dominio de la orquestación. El finale que cierra la sinfonía emplea de nuevo un motivo de origen ucraniano. Aparece en el primer tema, mientras el segundo posee un carácter más rítmico y armónicamente más ambiguo. Tras combinar ambos temas por sorprendentes regiones tonales, a lo largo de un amplio desarrollo, nos conduce en el final a un conclusivo do mayor.
Carlos Blanco Ruiz
(Master de Musicología. Universidad de La Rioja)